Para un católico la visita de Francisco a Bolivia resulta una noticia agradable, tanto por ser cabeza visible de su Iglesia como por el potente carisma  con que está revitalizando muchas dimensiones del ser cristiano. Mas la visita no deja indiferente a nadie, tampoco a los críticos, quienes tímidamente han ido poniendo en cuestión la manera en que el país estaría preparándose para este acontecimiento, manera que ellos juzgan desproporcionada. Críticas que es conveniente escuchar.

El Papa por sí mismo, y su visita con él, no tiene ningún valor. Por más admiración que uno pueda tener a su formidable magnetismo y a la infinidad de gestos que trasuntan una actitud novedosa y cercana a la realidad del hombre común, el Papa no deja de ser una persona más. Pero, también se debe decir y subrayar, que si algún valor particular y específico puede tener el Papa, y su visita, está en poder acercar a Jesucristo. Por lo tanto, los medios que se usen en esta venida debieran tener como principal objetivo que el mensaje de Cristo pueda ser escuchado.

Si tenemos claro el criterio de que Jesús es el importante aquí, que es Cristo el protagonista en el acontecimiento del viaje papal, entonces podremos juzgar si el despliegue de esfuerzos está bien orientado. De ahí que quizás más que canciones pegajosas o escenarios impresionantes, sea fundamental invertir en tiempo, personas y recursos, para preparar la actitud con que asistamos a los actos públicos y litúrgicos de Francisco. No critico que las cosas se hagan bien y además se hagan bonitas, cuestiono la proporción entre lo que es esencial y lo que es accesorio.

Se me podría contestar que Francisco es un jefe de Estado y se le brinda un trato acorde a esa investidura o que la mayoría en Bolivia es católica y por eso está permitido incurrir en gastos inusuales; incluso se me podría argumentar desde el valor de liderazgo, que sin duda tiene este Papa, para justificar un recibimiento especial.

Para no insistir con el criterio que antes formulé, yo respondería a esas objeciones señalando que si bien la categoría diplomática del Papa es la de un Jefe de Estado, ni la Iglesia ni este Papa aspiran a ser como un gobernante al uso, todo el esfuerzo ha estado justamente en demostrar que gobernar consiste fundamentalmente en servir y no en recibir homenajes. Lo de la "mayoría" viene a ser una falacia, porque el líder de una minoría, merece igual respeto, no es la estadística la que decide el trato a las personas. El tema del liderazgo moral de Francisco sería quizás, el mejor argumento en favor de lo que sostengo, el modo de ser de este Papa se ha fundado principalmente en la sencillez y la austeridad, recibirlo con pompa y boato sería una contradicción tan manifiesta que sólo podría generarle, según creo,  incomodidad al pontífice.

No quiero parecer el aguafiestas de turno, pero me provoca incomodidad el despliegue de marketing que se ha gestado en torno a este acontecimiento de fe, sobre todo porque amenaza con desvirtuarlo. Esta visita debe ser oportunidad de conversión hacia Jesús. Pero si el esfuerzo se pone en mirar al cantante y mantenerse sordo a lo que la canción nos dice, habremos conseguido en esta visita, y en pocas palabras, la banalización del Papa.

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Este es un artículo publicado en The Guardián que me ha parecido sugerente y he traducido para difundirlo. El original puede leerse en: http://www.theguardian.com/books/2015/jul/17/postcapitalism-end-of-capitalism-begun.

Las banderas rojas y el canto de marchas de Syriza durante la crisis griega , además de la expectativa de que los bancos serían nacionalizados, revivió brevemente un sueño del siglo 20: la destrucción forzada de mercado desde arriba. Durante gran parte del siglo XX esta era la forma en la izquierda concibió la primera etapa de una economía más allá del capitalismo. La fuerza sería aplicada por la clase obrera, ya sea en las urnas o en las barricadas. La palanca sería el Estado. La oportunidad vendría a través de frecuentes episodios de colapso económico.

El crucifijo que regaló Evo Morales al Papa ha desencadenado un aluvión de comentarios. Muchos medios y las redes sociales se han prodigado en críticas, descalificaciones y hasta furibundas reacciones. “Crucifijo comunista”, “oxímoron”, “regalo insultante” han sido algunas de las expresiones más benevolentes.
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Para un católico la visita de Francisco a Bolivia resulta una noticia agradable, tanto por ser cabeza visible de su Iglesia como por el potente carisma  con que está revitalizando muchas dimensiones del ser cristiano. Mas la visita no deja indiferente a nadie, tampoco a los críticos, quienes tímidamente han ido poniendo en cuestión la manera en que el país estaría preparándose para este acontecimiento, manera que ellos juzgan desproporcionada. Críticas que es conveniente escuchar.

Debo confesar que hasta ahora había vivido errado, pensando que el Reino de Dios era como un árbol enorme, con ramas tan fuertes que servían para que allí anidaran los pájaros del cielo. Una imagen que resultaba imponente. Resulta que estaba equivocado y el Reino se parece más bien a un arbusto, grande sí, pero un matorral en definitiva. Exagerando se podría decir que el Reino de Dios es como una enorme lechuga silvestre.

Muerte no te enorgullezcas, aunque te hayan llamado

poderosa y terrible, porque no lo eres.

Porque aquellos que crees por tu fuerza abatidos

no mueren, pobre muerte, ni a mí puedes matarme.

Del descanso y del sueño que son de ti una imagen, les sigue el placer,

mucho más después de ti vendrá.

Nuestros mejores hombres se marchan temprano contigo,

descanso de sus huesos, libertad de sus almas.

Esclava eres del destino, del azar, de reyes y de hombres desesperados.

Si uno piensa en música para Semana Santa y específicamente para Viernes Santo, probablemente lo primero que viene a la mente sea la música sacra, por demás hermosa como el Stabat Mater en cualquiera de sus versiones, siendo mi preferida la de Vivaldi. Pero a Eloi Aran se le ha ocurrido la genialidad de proponer música contemporánea para acompañar este día y la experiencia cristiana de la Pasión.

A veces siento que el Sábado Santo nos ha quedado grande a los cristianos. En general nos hallamos muy a gusto con otras fechas del calendario litúrgico. Entre los días de semana santa, nos encontramos más confortables con la Resurrección el domingo; incluso, me atrevo a decir, no estamos tan incómodos con la Pasión el viernes. Lo difícil de verdad es el desconcierto que puede despertar el sábado.

Con la Pascua, resulta obvio que estemos a gusto.

El cine me gusta, pero reconozco que no puedo decir que sepa de cine. En general me inclino por el cine pausado, aquel que cuenta una historia.

Estar seguro ha sido una preocupación frecuente y repetida a lo largo de la historia. Desde Aristóteles, que tenía la convicción que la seguridad sólo se encontraba al interior de la polis, hasta Hobbes, para quien el Estado debía tener el monopolio de la violencia como la única manera de evitar que los seres humanos, naturalmente agresivos y ambiciosos, termináramos por destruirnos.

La Cumbre de Seguridad Ciudadana de Santa Cruz se ocupa de tan enjundioso tema.
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En medicina se llama síndrome al conjunto de síntomas y signos del cuerpo que, cuando se los agrupa por afinidad, permite orientar el diagnóstico de una enfermedad. Son, pues, las pistas que nos conducen a caracterizar una patología.

El mundo de la cooperación solidaria tiene sus propias patologías que están más allá de la medicina, pero que podrían dar lugar a una disciplina que las sistematice.
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M. Yourcenar, Memorias de Adriano
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Et la plupart des hommes aiment à résumer leur vie dans une formule, parfois dans une vanterie ou dans une plainte, presque toujours dans une récrimination; leur mémoire leur fabrique complaisamment une existence explicable et claire. Ma vie a des contours moins fermes. Comme il arrive souvent, c'est ce que je n'ai pas été, peut-être, qui la définit avec le plus de justesse...

(Y la mayoría de los hombres gusta resumir su vida en una fórmula, a veces jactanciosa o quejumbrosa, casi siempre recriminatoria; el recuerdo les fabrica, complaciente, una existencia explicable y clara. Mi vida tiene contornos menos definidos. Como suele suceder, lo que no fui es quizá lo que más ajustadamente la define..).


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